sábado, 25 de septiembre de 2010

En esta hora de prueba


Exhortación Pastoral

El pasado viernes 17 de septiembre Dios permitió “someternos a prueba” con el paso del Huracán “Karl”. Todos fuimos afectados, en menor o mayor medida por la violencia destructiva de los vientos y la lluvia. Pero posteriormente vino lo peor, cuando descendieron del Pico de Orizaba y el Cofre de Perote las aguas turbulentas y rápidas que debilitaron al huracán al internarse en el territorio nacional: desbordamiento e inundaciones dejaron desolación y muerte en los municipios de Cotaxtla, Jamapa, Medellín y parte de Boca del Río y Veracruz; igualmente, más al norte: Puente Nacional, Paso de Ovejas, Soledad de Doblado, Manlio Fabio Altamirano, La Antigua y Ursulo Galván.

Pero tampoco podemos olvidar la situación de la Cuenca del Papaloapan en las inundaciones del mes anterior: Alvarado, Tlacotalpan, Amatitlán, Carlos A. Carrillo, Cosamaloapan. Los medios nos han venido informando y hemos podido ver la magnitud de los daños.

Ahora bien, quiero invitar a todos a situarnos, en esta coyuntura, frente a Dios, frente al prójimo y frente a la Iglesia.

SITUACIÓN ANTE DIOS, EN ESTA HORA DE PRUEBA

Me ha venido a la mente recordar la enseñanza del Libro de Job en La Biblia, el cual sufrió la pérdida de sus hijos, de sus bienes, de sus amigos y quedó tocado por la enfermedad; hasta su mujer lo despreció. Se hizo muchas preguntas y llegó a cuestionar los designios de Dios. Pero finalmente concluyó: “Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré allá. Yavé me lo dio, Yavé me lo quitó: ¡Bendito sea el nombre de Yavé!” (Job 1,21) Y agrega el autor: “En todo esto no pecó Job, ni profirió la menor insensatez contra Dios.” (Job 1,22)

Es verdad que en ocasiones es tan grande el sufrimiento humano que, como Job o como Jesús mismo en su pasión, nos atrevemos a cuestionar los designios de Dios: “Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?” (Mt 27, 46) Pero que no permita el Señor que lo maldigamos de manera blasfema, sino que, con ayuda de su gracia completemos la oración de Jesús y fortalezcamos nuestra confianza en Dios diciendo: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23, 46)... encomiendo mi vida y la de mi familia.

SITUACIÓN ANTE EL PRÓJIMO, EN ESTA HORA DE PRUEBA

El ejemplo de Jesús y el testimonio de la Iglesia a lo largo de la historia nos invitan a mirar al prójimo en desgracia con entrañas de compasión y generosidad activa para remediar sus males. Como en la parábola del Buen Samaritano que cuidó del hombre asaltado y golpeado, el Hijo de Dios se hizo prójimo de toda la humanidad y entregó su vida humana para remediar nuestros males. (Lc l0, 29-37; cfr Lc 22, 19-20) El nos instruyó también con el ejemplo, como atestigua San Pedro: “El pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él” (Hch 10,38).

Y también nos advirtió hablando sobre el juicio final: “En verdad les digo que cuanto hicieron a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicieron (Mt 25, 40) 0 al contrario: “En verdad les digo que cuanto dejaron de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo lo dejaron de hacer.” (Mt 25,45) Y estableció un criterio en esto para recibir la herencia del Reino de los cielos o el castigo del fuego eterno. (cfr Mt 25, 34.41)

Meditemos ahora finalmente, despacio y en profundidad estas palabras del Apóstol San Juan:

“Queridos amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dos es amor.”

“En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados.”

“Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nadie le ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.” (1ª Jn 4,7-12)

SITUACIÓN ANTE LA IGLESIA, EN ESTA HORA DE PRUEBA

Nuestro querido Papa Benedicto XVI en su primera Carta Encíclica nos ha invitado a profundizar en el misterio de Dios desde la perspectiva del Amor: “DIOS ES AMOR”.

En la primera parte nos ha ofrecido algunos puntos esenciales sobre el amor que Dios, gratuita y misteriosamente, ofrece al hombre y sobre la relación intrínseca del amor de Dios con la realidad del amor humano.

En la segunda parte trata de ayudarnos a cumplir de manera eclesial el mandamiento del amor al prójimo, para suscitar en el mundo un renovado dinamismo de compromiso en la respuesta humana al amor divino.

Desarrollando la segunda parte, al n 22 nos dice el Papa:

“Con el paso de los años y la difusión progresiva de la Iglesia, el ejercicio de la caridad se confirmó como uno de sus ámbitos esenciales, junto con la administración de los Sacramentos y el anuncio de la Palabra: practicar el amor hacia las viudas y los huérfanos, los presos, los enfermos y los necesitados de todo tipo, pertenece a su esencia tanto como el servicio de los Sacramentos y el anuncio del Evangelio. La Iglesia no puede descuidar el -— servicio de la caridad, como no puede omitir los Sacramentos y la Palabra.”

Hoy tenemos la ocasión de “crecer en calidad y en cantidad” precisamente en el Ministerio de la Caridad, organizando “parroquialmente” la Pastoral Social (que es muy amplia), pero empezando por el “servicio asistencial de la Caridad: la “Cáritas Parroquial”, para que dinamice la solidaridad intra-parroquial y si puede, también la extra-parroquial, aprovechando las ayudas internas y las externas de todo tipo, a favor de los necesitados, que “en esta hora de prueba” son multitudes.

Pongo en las manos y en el corazón de nuestros sacerdotes y sus comunidades esta tarea, que como nos recuerda el Papa y los textos del Nuevo Testamento, es la manera cómo podemos corresponder adecuadamente al amor con el que Dios nos ama y nos lo ha manifestado por medio de su Hijo. “Ámense los unos a los otros, como yo los he amado” (Jn 15,12) Este es el “mandamiento nuevo” y el que nos debe identificar en medio del mundo.

Que el Señor nos fortalezca y nos auxilie y nos dé el consuelo maternal de María, su Madre y nuestra Madre.





+ Luis Felipe Gallardo Martín del Campo, S.D.B.
Obispo de Veracruz

No hay comentarios: