martes, 3 de mayo de 2011

La intervención de María en la vida del beato Juan Pablo II


Publicado un libro del obispo uruguayo Jaime Fuentes

MADRID, martes 3 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- Con el título “Totus tuus. La intervención de la Virgen en la vida del beato Juan Pablo II”, se acaba de publicar un libro de monseñor Jaime Fuentes, obispo de Minas, Uruguay.

“Jaime Fuentes ha escrito con genuina inteligencia de amor, para que los lectores y las lectoras asuman la sabia indicación que nos dejó como testamento Juan Pablo II: abrid las puertas de vuestra existencia a Cristo, Hijo de Dios e hijo del hombre, abandonaos en la filial confianza en la Madre del Señor, que la Iglesia del tercer milenio muestra con alegría como Buena Pastora”, afirma en el prólogo del libro, editado por Cobel, Salvatore Perrella, OSM, profesor de Teología Dogmática y Mariología Sistemática de la Facultad Teológica Pontificia Marianum.

Dividida en doce capítulos, esta obra afronta, en el primero, la figura de María como madre de la Iglesia y la actitud del beato Juan Pablo II hacia la Virgen, que se resume en la frase “¡Todo por medio de María!”, siguiendo la tradición de grandes santos como Bernardo de Claraval, Grignion de Monfort y Maximiliano Kolbe.

El segundo capítulo se centra en el misterio del 13 de mayo, en la coincidencia entre el atentado contra el papa Wojtyla y la fiesta de Nuestra Señora de Fátima, y en la interpretación que de todo ello hizo el nuevo beato.

El autor subraya la componente de “misterio” que tuvieron todos estos acontecimientos, y el convencimiento de Juan Pablo II de que había sido la mano maternal y misericordiosa de María la que desvió el proyectil del mercenario Ali Agca. Incluye un extenso testimonio del entonces secretario personal del papa, actual cardenal Stanislaw Dziwisz, revelando detalles poco conocidos de aquél suceso, y su respuesta a los interrogantes que aquellos hechos suscitaron.

El resto de los capítulos aborda la biografía de Juan Pablo II siguiendo como hilo conductor su magisterio mariano, así como sus gestos de consagración a Nuestra Señora. Un hito en este itinerario filial fue su viaje a Fátima, un año después del atentado, para agradecer a la Virgen “haberme salvado del peligro”. Afirmando que “no hay meras coincidencias en los designios de la Providencia divina” el papa Wojtyla afirmó en aquella ocasión haber sentido “una llamada de atención para el mensaje” que partió de Fátima 65 años antes. Después se vería que fue fiel a aquella llamada.

Otro hito fue la convocatoria de un Año Santo extraordinario que comenzaría en la fiesta de la Anunciación de 1983, como tiempo de preparación para el gran jubileo de 2000, abriendo un “tiempo de adviento” en toda la Iglesia en compañía de María “madre del Redentor”. Tema este de su primera encíclica Redemptor hominis. En una carta a los obispos del mundo, les invitó a que, en la fecha del 25 de marzo siguiente renovaran el acto de consagración que el mismo había hecho en Fátima.

Otro capítulo del libro aborda Lourdes y el misterio de sufrimiento humano, a través de la mirada y el magisterio de Juan Pablo II.

Monseñor Jaime Fuentes presenta también más adelante la figura de María en relación a la dignidad de las mujeres. Destaca a aquellas que en la historia de la Iglesia han merecido el título de doctoras. Y explica el magisterio del beato Juan Pablo II dirigido a las mujeres, cuya misión veía inscrita en el misterio de la Iglesia-Madre e Iglesia-Esposa. En este mismo capítulo, inserta el tema de la cultura de la vida que tanto promovió el papa Wojtyla, y expone su visión del “genio femenino”.

En capítulos sucesivos da respuesta en clave mariana a la pregunta: ¿por qué cayó el comunismo? Y comenta las setenta catequesis que Juan Pablo II dedicó a la Virgen en sus audiencias.

Se detiene en el año 2000, cita del Gran Jubileo, en el que el papa hace el anuncio de la revelación del “tercer secreto de Fátima”. Este jubileo, en opinión del autor, fue la meta hacia la cual el pontífice “encaminó a la Iglesia durante 22 años”. Una vez alcanzada, Juan Pablo II ofrecía una nueva sorpresa: un programa para el milenio que se iniciaba. Y un año después de la encíclica Novo millenio ineunte, en la que propone contemplar el rostro de Cristo, expone la “vía maestra” de esta contemplación, el rosario.

Todavía en un último capítulo el autor recoge los mensajes marianos de un papa doliente, en los últimos años de su vida. El más significativo fue la entrega del icono de la Madre de Dios de Kazán al patriarca de Moscú Alejo II para “contribuir a la deseada unidad entre las Iglesias católica y ortodoxa”.

En su conclusión, monseñor Fuentes aborda dos aspectos muy debatidos entre los fieles de la Iglesia, que se refieren a la petición por parte de algunos de que se definan nuevos dogmas relativos a María. El autor hace un recorrido histórico sobre el origen de estas propuestas y recoge el magisterio del actual papa Benedicto XVI al respecto.

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