1. Lectura
¿Con qué indicación temporal introduce Lucas su relato? ¿A quiénes tomó consigo Jesús? ¿A dónde y para qué subió Jesús? ¿Qué sucedió mientras oraba?
Menciona los personajes con los que Jesús conversaba ¿De qué manera aparecían? ¿De qué platicaban? ¿Qué tenían Pedro y sus compañeros? ¿se quedaron dormidos o estaban despiertos? ¿De quién vieron la gloria? A quiénes más vieron?
Cuando se alejaron Moisés y Elías de Jesús ¿qué dijo Pedro a Jesús? ¿Para quiénes quería hacer las tiendas? ¿Qué aclaración introduce el autor del evangelio de Lucas en el v. 32 respecto de la respuesda que da Pedro? ¿Qué sucedió cuando Pedro estaba hablando? ¿A quiéns cubrió la nube con su sombra? ¿En qué momento se llenaron de temor? ¿Qué salió de la nube? ¿Qué afirmación hizo? ¿Qué sucedió cuando cesó la voz? ¿Qué actitud tomaron los discípulos? ¿Dijeron a alguien lo que había sucedido?
Lee también los vv. 18-27 y relaciónalos con la frase del v. 28: “unos ocho días después de estas palabras”… ¿tienen alguna relación? ¿por qué?
Lee Marcos 9,2-10 ¿Menciona la misma cantidad de días que Lucas al comienzo? Ve Mc 9,4s ¿platican de lo mismo Moisés y Elías que en Lucas? ¿Es idéntica la frase de Mc 9,7 a la de Lc 9,35?
Si tienes un poco más tiempo lee Lc 9,37-43 ¿tiene alguna relación temática con el relato de la transfiguración?
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Para comprender mejor este evangelio pongamos atención, en primer lugar, que la transfiguración es un cambio de apariencia. En la antigüedad se veía esto como lo más normal: los dioses podían tomar apariencia de seres humanos, éstos de dioses o incluso una persona podía tener ciertas transformaciones en algunos momentos especiales de su vida. Por eso, no nos debe sorprender que los evangelistas utilicen esta manera de hablar para decirnos que Jesús se transfigura.
En segundo lugar, el evangelio de Lucas, de modo parecido a Mateo y Marcos, conecta la transfiguración con la proclamación de fe de Pedro y las demás palabras sobre su pasión y las condiciones de su seguimiento (9,18-27); desde esta perspectiva la transfiguración es una aclaración que mejora la comprensión de los discípulos sobre quién es Jesús[1]; de este modo, la transfiguración está en función del primer anuncio del seguimiento. Esta relación se refuerza al percibir la indicación inicial: “después de estas palabras” (v. 28) haciendo referencia, con mucha seguridad a las condiciones para seguir a Jesús (vv. 23-27)[2].
En tercer lugar, el evangelio ya ha presentado a Pedro diciendo que Jesús es el Cristo (el Mesías) de Dios (9,20); sin embargo, esta aclaración aunque correcta no es suficiente; por eso, Jesucristo les dice que se manifestará como Mesías entregando su vida (9,22-26). Jesús se transfigura, no porque quiera presentarse de otro modo para confundir, sino porque desea manifestar de qué manera se relaciona con su Padre y con las personas. Precisamente por eso de lo que hablan Moisés y Elías con Jesús es de su ida a Jerusalén, lugar donde Jesús entregará su vida, donde cumplirá la voluntad de Dios. Este mensaje se confirma en la voz que sale de la nube: “Este es mi Hijo, mi Elegido” (v. 35); la primera parte, relaciona a Jesús con Dios, la segunda con su misión y su pueblo.
En cuarto lugar el texto aclara también la misión de los discípulos. El texto dice que ellos estaban cargados de sueño pero se mantenían despiertos; han resistido el sueño pero no han sabido reaccionar adecuadamente; han visto la transfiguración pero no la han entendido correctamente. Lo primero que se le ocurre a Pedro es prolongar ese momento haciendo tres tiendas. Pero de eso no había platicado Jesús con Moisés y Elías; ellos habían hablado de tomar en serio la voluntad de Dios entregando la vida por los demás. Pedro y los otros dos estaban tan engolosinados con la gloria contemplada que tenían el peligro de olvidarse que ésta, la verdadera, sólo se consigue a través del compromiso en la entrega de la vida, en el desgaste y la cercanía con los demás[3].
Por último, llama la atención la declaración que sale de la nube: “este es mi Hijo, mi Elegido, escúchenlo” (v. 35) y su posible relación con las palabras del día del Bautismo de Jesús (3,22): “Tú eres mi Hijo: yo hoy te he engendrado”. Es posible que estemos ante una amplia inclusión que manifiesta el modo en que Jesús se manifiesta como Hijo de Dios. Jesús se manifiesta como el Hijo de Dios al superar las tentaciones (4,1-14), al sentirse y ser portador de las buenas noticias para los más desprotegidos (vv. 18-19)… culminando en la declaración de la cercanía y oportunidad del Reino (9,27).
Estamos ante un texto que al hablarnos de Maestro nos quiere decir también cómo deben ser los discípulos. El evangelio deja claro que los discípulos si quieren ser auténticos deben asumir la misión de su Maestro: entregar la vida. Ellos tenían el peligro de imaginarlo a su conveniencia; la transfiguración es la manifestación gloriosa que aclara qué tipo de Mesías es Jesús. Los discípulos tenían el peligro de emocionarse en lugar de convencerse y asumir la misión del Maestro como suya.
2. Meditación
¿En qué me hace reflexionar este evangelio? ¿A qué me invita?
3. Oración
Hagamos una oración en la que agradezcamos a Dios la oportunidad de irnos aclarando en qué consistió su misión para, de este modo, tener más clara nuestra tarea como discípulos.
Pidámosle perdón por las ocasiones en que, por conveniencia o ignorancia, hemos malentendido nuestra misión al margen de la suya.
Agreguemos alguna otra oración.
4. Contemplación – acción
Recordemos dos momentos en los que hayamos tenido la tentación de contemplar a Dios pero sin mirar a nuestro alrededor.
¿A qué nos invita el pasaje de la transfiguración?¿A qué nos compromete?
P. Toribio Tapia Bahena
Diócesis de Cd. Lázaro Cárdenas
Dimensión para la Animación Bíblica de la Vida Pastoral (CEPP-CEM)
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[1] En Marcos la transfiguración estaría como un correctivo –desde la perspectiva narrativa- a la desfiguración que ha hecho Pedro (8,30-33).
[2] Esto se confirma con la presencia de Pedro, Juan y Santiago (9,28).
[3] Ante el riesgo de que lector –por falta de atención- ponga el énfasis en la actitud de Pedro el evangelista ha introducido una indicación que nos hace sospechar de su actitud; dice que Pedro no sabía lo que decía (v. 33)
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