viernes, 5 de febrero de 2010

Tres elementos del misionero

CON MOTIVO DEL XIV CONGRESO NACIONAL DE LA INFANCIA Y ADOLESCENCIA MISIONERA EN CHIHUAHUA, CHIH. DEL 4 AL 7 DE FEBRERO 2010


“Con él, contentos, trabajando”


“Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo” (DA 29).

Los discípulos anuncian diciendo lo que en ellos acontece; por eso están tan seguros. Sólo puede hablar de Jesús quien lo lleva dentro. Ni soñar, pues, hablar del Reino si no hay experiencia del Anunciador. De ahí la importancia de orar antes de evangelizar. El cristianismo no es una idea, sino una Persona: Jesucristo resucitado.

La primera condición para la evangelización es hacer la experiencia de Jesús. Si no es así, se desprestigia el mensaje. Cuando uno está lleno de Jesús, se vuelve como él, y no puede dejar de anunciarlo.

1. Tres elementos que no pueden faltar en el misionero

“Conmigo, contento, trabajando”. “Conmigo, trabajando, contento”. Trabajando, conmigo, contento”. No puede faltar ningún elemento para el discípulo y misionero de Jesucristo.

- Hay cristianos que están contentos, trabajando, pero sin Cristo. Son los que se dedican al trabajo social, pero descuidan los espacios de oración, de intimidad. Trabajan mucho por los pobres o en la parroquia, pero Jesucristo está ausente de sus vidas. No tienen fundamento en el corazón y, por eso, todo se derrumba. Se derrumban los partidos políticos; se derrumban las personas que quiero; se derrumban las ideologías… Sólo Jesús queda y él nunca se derrumba. No somos misioneros por los pobres, sino por el Señor; al que luego encontraremos en los pobres. Si Jesús nos encanta, nos encantará lo que a él le encanta.

Sólo el que está junto a él puede ser enviado. Hay que ser testigos de vista y oído, pues sólo quien le conoce, quien le ha experimentado en la convivencia de las noches y de los días, puede llevarle a los demás. La oración es la esencia del misionero. Seguir al Señor, y al modo de él; vivir con sus sentimientos.

- Hay otros que están con él, trabajando, pero sin alegría. Oran y trabajan mucho, pero no están en calidad de amigos. Se parecen al hijo pródigo que trabajaba con su papá, pero perdió la capacidad de admiración. Trabaja y trabaja pero no puede ver que la vida es fiesta. Siempre anda con el “tengo que”, y eso le hace vivir con neurosis.

Si no estamos contentos en la misión, entonces viviremos como solterones: encerrados y amargados. Ahí no hay apasionamiento. Son los legalistas que solamente entregan el trabajo y el tiempo, pero no su persona. Es el polo opuesto a la sal o al sabor. El problema es que la persona que vive así, es la última que se entera. Y lo grave es que la amargura se contagia. Cuando la amargura ha llegado a un alto grado, ¡qué difícil es curarla!

- Otros viven con él, contentos, pero sin trabajar. Ni hacen ni dejan hacer. Individuos que, por un lado, son conscientes de su nulidad para la acción, y, por otro, son muy celosos de su prestigio personal. Por eso impiden la acción de los demás. Quieren que se les dé todo; tienen un pie dentro y otro fuera. Se meten en todo, pero ellos nada hacen.

- Hay otros, en fin, que están con él, contentos, trabajando. Entregan su disponibilidad total.

+ Rafael Sandoval Sandoval M.N.M.
Obispo de Tarahumara

1 comentario:

Siervas del Sagrado Corazón de Jesús y de Los Pobres dijo...

Mi querida Sarahi, me encanta este artículo y la imagen que pusiste le da una entrada muy padre... pero no dice de cuando es este discurso o el dato, porque bien pudiera ser de hace años o de hoy. Lo sé pero no dice. Saludos.