lunes, 18 de abril de 2011

Consagración a los corazones de Jesús y de María

“Vengan a mí, todos los que están cansados y agobiados, y yo les haré aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso en sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera”. Mt 11, 28-29 A los hermanos sacerdotes, religiosas y fieles laicos: Un saludo afectuoso en el Señor Jesús. Con la intención de que nuestro encuentro eclesial en los días de la Pascua tenga mayor profundidad, he tomado la iniciativa de Consagrar junto con Ustedes a los Corazones de Jesús y María nuestro Estado de Chiapas. A través de esta carta quiero explicar brevemente su significado: El próximo 27 de abril del 2011, queremos en un acto eclesial, que hemos denominado “Día de la Iglesia”, celebrada a los pies de la imagen del “Cristo glorioso de Chiapas” , ubicado en Copoya; consagrar a Chiapas, a los corazones de Jesús y de María. ¿Por qué consagrarse a estos corazones? Este acto de fe y devoción tiene como finalidad reconocer que el amor de Dios está presente entre nosotros, y que de parte nuestra existe el deseo de recibirlo, dando una respuesta de amor. El amor de Dios se ha hecho patente en Jesucristo. Él nos ha invitado a descansar y refugiarnos en su corazón. Además, ¿quién podría conocer mejor el corazón de Jesús, sino su propia madre? Ella que siempre nos llevará a hacer lo que él nos pide (Cfr. Jn 2). Consagrar a Chiapas nos compromete a trabajar cumpliendo la voluntad de amor de Dios. De esta manera todos estaremos formalmente invitados a seguir trabajando por la justicia y la paz; por el respeto y la sana convivencia. Queremos decirle a Dios que le pertenecemos y que haremos una alianza, “él es nuestro Dios y nosotros su pueblo” (salmo 95, 7) Ya desde el bautismo hemos sido consagrados a Dios. Por tanto, hace al hombre “suyo” para hacerlo hijo en el Hijo, asimilándolo y transformándolo plenamente en Él. Porque la Iglesia no es otra cosa que la comunidad de fieles que, tomados por Cristo y a Él adheridos, participan y viven “de Su misma vida, ella es, un pueblo que Dios consagra para Sí.”(L.G.9). La Iglesia por lo tanto es una comunidad de índole sacra; pero algunos de sus miembros son llamados a encarnar de manera específica algún aspecto particular de la sacralización eclesial. Es necesario subrayar que esta nueva “consagración”, si bien fundándose sobre la bautismal, difiere esencialmente a aquella que es común a todos los fieles. (L.G.10). La palabra “consagración” designa un acto que une a Dios mediante un vínculo estrecho de hacer que la persona o cosa sea reservada al Señor. Dios escoge, y a esta iniciativa de Dios es necesaria la aportación del hombre; por lo tanto ser consagrados comporta el encuentro y la convergencia de dos voluntades: aquella de Dios que llama, se ofrece y pide tomar posesión del hombre; y aquella del hombre que responde donándose. El resultado es que el hombre que se encuentra poseído por Dios es destinado a hacer de toda su vida un acto de culto y de alabanza a Dios. Consagrarnos al amor de Dios significa, en este caso; que deseamos ser de Dios y que nuestro esfuerzo le pertenece y ofrecemos. Nos consagraremos a Cristo y María de Guadalupe en un acto de fe que nos comprometa a vivir en esperanza y caridad. La responsabilidad que los creyentes tenemos por el bien de Chiapas nos obliga a escuchar la palabra de Dios y a ser verdaderos discípulos y apóstoles de Jesús. + Rogelio Cabrera López Arzobispo de Tuxtla Gutiérrez

No hay comentarios: