domingo, 10 de abril de 2011

Lectio Divina: Domingo 5º del Tiempo de Cuaresma

“El que cree en mí, aunque muera vivirá” Juan 11,1-45 1. Lectura Haz una lectura atenta de Jn 11,1-45. Ahora, lea solamente los vv. 4.11-15.23. 25-26. 41 ¿qué piensa Jesús, y con él el autor del evangelio de Juan, sobre la muerte? ¿Con qué finalidad resucita a Lázaro? Lee los vv. 21-22. 24.27.32. 37 ¿cuál es el “reproche” que le hacen Marta y María a Jesús? ¿Qué murmuran algunos de los judíos? Con mucha atención lee también los vv. 46-54 Según el v. 46 ¿qué te imaginas que fueron a decir algunos de los judíos a los fariseos? ¿A qué acción de Jesús se refieren los sumos sacerdotes y fariseos cuando dicen: “si lo dejamos que siga así... (v. 48)? De acuerdo al v. 53 “desde ese día decidieron darle muerte” ¿desde el día en que se reunieron? o ¿desde el día en que se reunieron porque había resucitado a Lázaro? Por último, leyendo los vv. 45-56 ¿qué reacciones hubo ante la resurrección de Lázaro? __________________ Para comprender mejor este evangelio pongamos atención, en primer lugar, en la problemática de la comunidad a la que se dirigía el evangelio. Es posible distinguir en el diálogo de Marta y María con Jesús las dudas y seguridades de aquellos primeros cristianos sobre la resurrección. En el fondo parece rondar la pregunta: ¿mueren los amigos de Jesús?[1] El mismo evangelista ha introducido un comportamiento inusual de Jesús al decir que, cuando Martha y María le avisan que su amigo Lázaro está enfermo (v. 3) todavía permanece dos días en la zona del otro lado del Jordán (vv. 6.40) quizás para resaltar y resolver estos cuestionamientos. Esta pregunta que parece que está en el fondo del evangelio coincide con el reclamo de Martha cuando Jesús llega a su casa: “Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano...” (v.21; repetido también por María en el v. 32) y con el reproche de algunas visitas: “éste, que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que éste no muriera?” (v. 37). Posiblemente se preguntaban: ¿cómo se puede explicar que los amigos de Jesús mueran sin que el Maestro intervenga? Desde esta perspectiva, la pregunta de Jesús a Marta: “¿crees esto?” (v. 26) debía resonar en cada uno de los que escuchaban por primera vez aquel pasaje en las reuniones de la comunidad[2]. En segundo lugar, tengamos en cuenta que muchos israelitas pensaban que la muerte era definitiva a partir del tercer día, cuando la descomposición empezaba a borrar los rasgos personales del difunto. Cuando Jesús llegó a Betania Lázaro llevaba “cuatro días” (v. 39), es decir, no había duda que había muerto. Esto sirve para remarcar la acción de Jesús[3]. En tercer lugar, existe una confesión de fe por parte de Marta (22) cuando Jesús le dice que su hermano resucitará: “ya sé que resucitará en la resurrección, el último día” (v. 24). Esto que dice Marta de la resurrección concuerda, con mucha seguridad con lo que creía cualquier judío del siglo I y, quizás, un buen número de cristianos recién integrados a la comunidad. Es una proclamación interesante y buena, pero incompleta como se comprueba en lo que dirá Jesús (vv. 25-26)[4]. Por último, no es casualidad que Juan haya escogido precisamente la resurrección de Lázaro como el último signo para cerrar con broche de oro toda esta primera gran parte de su evangelio. Podría significar que para Juan el gran milagro, el signo por excelencia es la resurrección, la vida. De hecho, sorprende que a partir de esto, decidan los sumos sacerdotes y los fariseos, darle muerte (vv. 46-54). No les preocupaba que los romanos destruyeran su lugar santo y su nación sino que alguien, por estar a favor de la vida, pusiera en peligro sus intereses. Desde lo anterior podemos decir que muy pronto los cristianos constataron que, aunque Jesús había resucitado, ellos no tenían inmunidad ante la muerte; morían como todos los demás aunque seguramente menos desesperados ¿Eso significaba que la muerte terminaba con todo? No. La fe en la resurrección garantizaba creer en la vida después de la muerte; así lo habían experimentado en el contacto con Jesús. La muerte era como un sueño, algo triste y que generaba sufrimiento, pero que abría a la esperanza. No todo acababa con la muerte. Pero, ¿la fe en la resurrección era sólo creer en el “más allá”? Ya hemos dicho que la proclamación de fe de Marta es incompleta y refleja que no es suficiente desplazar la resurrección al último día (v. 24); es indispensable concebirla como algo que, porque se posee desde ahora, la muerte no la derriba porque quien vive y cree en Jesús nunca morirá (v. 26). En este sentido, la resurrección de Lázaro es una “probadita” de lo que significa la vida, la resurrección. La muerte es real, segura e inevitable... Sin embargo, para quien cree, también la resurrección es segura y real. Pero no es algo que sólo haya que esperarse pacientemente para después de la muerte; es una gracia que nos beneficia y compromete desde ahora. Este convencimiento no está exento de consecuencias. Creer en la resurrección como la vida que dura para siempre y que, aunque se completará después de la muerte, comienza desde ahora y afecta todo lo que nos rodea, puede resultar peligroso y hasta amenazador para muchas personas y grupos. La fe en la resurrección, de este modo, nos compromete a desarraigar lo que provoca la muerte, lo que atenta contra la vida en todas sus dimensiones. 2. Meditación ¿En qué me hace reflexionar este evangelio? 3. Oración Agradezcamos a Dios que podemos afrontar la muerte, propia o de los seres queridos, desde la fe, es decir, con la certeza y la esperanza de la resurrección. Pidámosle que nos perdone las ocasiones en que al descuidar la vida hemos manifestado que no valoramos adecuadamente la resurrección. Roguémosle que la esperanza de la resurrección no se convierta en un pretexto para descuidar la vida presente; que por el contrario la fe en la resurrección sea la mejor razón que tenemos para modificar de verdad nuestro comportamiento y transformar la familia, la sociedad y la Iglesia. 4. Contemplación - acción Estamos seguros que vamos a morir y que nuestros seres queridos también ¿Cómo debemos afrontar desde la fe la triste realidad de la muerte? ¿Qué comportamientos personales y comunitarios manifiestan nuestro compromiso por la vida, por la resurrección? ¿En qué necesitamos poner más empeño? -------------------------------------------------------------------------------- [1] El mismo evangelio insiste en que eran amigos y que los amaba (vv. 2. 3.5.11.33.38). [2] El autor del cuarto evangelio en su deseo de catequizar logra presentar de tal modo a los personajes que, inevitablemente, el que lo escucha va identificándose con alguno de ellos. [3] Además, a propósito del lugar no hay que olvidar que Betania está muy cerca del Valle de Josafat, donde según algunas tradiciones judías Dios resucitaría a los muertos. [4] Marta tiene la creencia de su pueblo: la resurrección en el último día. Los únicos que abiertamente no creían en la resurrección eran los saduceos (véase Mc 12,18-27).

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